jueves, 26 de febrero de 2009

VIBRADOR.

Lo escondía. Se sentía avergonzada de tener que usarlo. Desde pequeña pensaba que nunca necesitaría el sexo y dejó a un lado todo lo relacionado con eso. Era normal que con ocho años lo viese como algo asqueroso, pero cuando cumplio veinte empezó a ser preocupante. No salía con chicos ya que tenía miedo a que la llevasen a la cama. Y ahora, que tiene treinta y dos años se tiene que conformar con un simple vibrador. No sabía cual era el placer que se sentía porque, digan lo que digan, nada se puede comparar a hacerlo con un hombre. Ahora estaba desesperada, después de leer muchos libros, ver muchas peliculas y hablar con sus amigas sobre todo eso, se dió cuenta que necesitaba un polvo cuanto antes. Maldecía una y mil veces los comentarios de su madre, de las monjas que decían ser profesoras y de su abuela, que tanto le había aconsejado. No quería contratar los servicios de un profesional, aún se sentiría más fracasada pero su situación era desesperante.

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