La primera vez que quedamos, estaba chupando una piruleta. Una dulce piruleta de esas que te dejan la lengua y los dientes rojos. Estaba nerviosa y sonreía aún más de lo que lo suelo hacer normalmente y dejaba ver mis dientes enrojecidos. Cada vez que lo hacía tú te reías y esta vez, mis mejillas cojían el mismo color que mis dientes. Me dijiste que eso tenía fácil arreglo y después me diste un beso. Un dulce, rojo y precioso primer beso.
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