viernes, 27 de febrero de 2009

TE QUIERO.

Esta vez me toca a mi soñar. Ilusionarme. Imaginar. Escribir, sobre como sera el día en el que por fin nuestros labios se conviertan en unas máquinas impredecibles de besar y que solo se activan cuando somos nosotros los que compartimos cada uno de esos pequeños placeres. Era una tarde cualquiera hasta el momento en el que te vi. Justo ahí empezó la tarde, nuestra tarde, la que tantísimo tiempo hemos estado esperando e imaginando aunque los dos sabíamos que nuestra imaginación no podría acercarse de ningún modo a como pasaría de verdad. Yo salí de Valencia con dinero, el billete de tren, muchas ganas de ti y una mochila llena de ropa y de alguna que otra cosa más que se podía considerar importante, porque para mí, lo más importante eres tú y nada me puede hacer más falta.

En el tren mi mente iba más rápido que el paisaje que se veía desde la ventana y mi mirada estaba más perdida que los trocitos del papel que trás garabatearlo y romperlo a pedacitos pequeños, había tirado por la ventanilla. Las montañas corrían poco comparado con mi corazón, el cuál deseaba que tu mano acariciase la piel que lo protegía. Los nervios me los comí junto a la impaciencia y mis ganas de tocarte, las recalenté con cada roce del tren con las vías.

Salí de la estación desconcertada y perdida. Dude si debería de llamarte ya que podía notarse por mi voz todas las sensaciones que en mi cuerpo se habían creado en las últimas horas pero, necesitaba saber donde estabas. Como suelo preguntarte, me interesé por donde estabas y con la excusa de que me llamaba mi madre, te colgé. Te quedaste un poquito triste ya que querías escuchar más veces que te amaba pero no te imaginabas que en unos minutos te lo podría decir susurrandote al oído.

Después de preguntar y de guiarme por mi sentido de la orientación, llegué a la puerta de tu casa. Sabía que detrás de ella me esperaba una tarde llena de sueños cumplidos y llamé. Si, llamé con decisión, con ganas de ti, con satisfacción, sin miedo. Abriste la puerta y cuando una mirada azul verdosa se cruzó con otra marrón oscura la máquina de los besos por fin se activó al igual que nuestras manos empezaron a recorrer nuestros cuerpos y pude decirte mil veces que te amaba y que ese día, al igual que los otros muchos, era toda tuya.

2 comentarios:

  1. Precioso (L)

    Me encanta como escribes, además el nombre del blog "sentimientos entre palabras" no podría ser más apropiado porque, de verdad, transmites mucho con tus palabras, consigues emocionarme.

    Un beso :)

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  2. Cuántas más veces digas "Te quiero" menos creíble resultará la próxima vez.

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