miércoles, 27 de mayo de 2009

CONVERSACIÓN.

Cuando menos te lo esperas tu mente empieza a recorrer cada una de las pequeñas cajas fuertes que hay en ella. Cajas fuertes especiales ya que no tienen candado y que se abren así, sin más. A veces para bien y otras para mal. Dentro de algunas de esas cajas se albergan unas conversaciones no tan cualquieras y que, sin saber por qué, salen de ellas. Conversación simple. Conversación corta. Conversación demasiado larga. Conversación sin sentido. Conversación por conversar. Conversación contigo. De estas últimas hay muchas, muchísimas y no terminan ni lo harán hasta que se termine el contrato, aunque esto es otra historia. Conversación animada. Conversación para aprender. Conversación para enseñar. Conversación para informar. Porque no todo es empalagosamente cariñoso. Conversación porque sí, porque nos apetece. Conversación de tontitos. Conversación con risas. Conversación con lágrimas de alegría. Porque en nuestras conversaciones nunca hay tristeza. Deseo e ilusión por algo que vendrá sí, pero nunca tristeza. Conversación para convencer de que yo más. Conversación para imaginar un futuro. Conversación de ilusiones. Conversación que acaba demasiado rápido. Conversación con un pequeño silencio de por medio. Conversación con ruido de fondo. Conversación en cualquier sitio. Conversación a cualquier hora. Conversación de dos enamorados. Y esos dos somos tú y yo. Como otras veces, como siempre. Dos enamorados que seguirán almacenando conversaciones hasta que su corazón no les deje conversar más.

NOTA.

Una nota encima de la mesa. La casa perfumada de aquel regalo tuyo de hace varios tres de noviembre y algunos rayos de sol iluminando la habitación. La nota la pasas de largo y me buscas por el resto de la casa. Tras asegurarte varias veces que no estoy, vas en busca de la única posible pista. Un papelito rosa en el que sólo hay escrito: “¿Tienes hambre? El desayuno te espera en la cafetería más cercana”. Te ríes y lo relees varias veces más intentando buscar palabras nuevas que surjan de la nada para comprender un poco de que va todo eso. Podrías haberme llamado al móvil o sentarte delante del televisor esperando a que llegue y te explique el porqué de esa nota, pero tú no eres así. Entiendes que es un juego, una de mis maneras de sorprenderte o al menos de intentarlo. Te vistes rápidamente y tras asearte un poco, bajas a la calle en busca de la cafetería más cercana. Bendices el día en el que construyeron la cafetería justo enfrente del piso, o bueno, cuando construyeron el piso enfrente de la cafetería, según fechas, el caso es que la idea de que no hayas tenido que pensar cual estaba más cerca, te tranquiliza. Entras un poco indeciso pero no hay dudas que ese es el lugar en el que te espera tu desayuno, el que por cierto, te apetece bastante. La noche de ayer te dejó extasiado pero esa es otra historia. Al abrir la puerta, una mirada masculina procedente de detrás de la barra se cruza con la tuya, que mira a todos lados. El camarero, aunque le divierte más la idea de esperar a que tú preguntes, se acerca a ti y se asegura de quien eres para después indicarte cuál es tu mesa. No preguntas nada, son parte de las reglas que aún no te había dicho pero que gracias a ellas todo tiene tu misterio. Café con leche, zumo de piña (que está más bueno que el de naranja), tostadas con mermelada y un croissant de chocolate bien calentito. Piensas que este es uno de esos desayunos en los que uno se lo toma con calma, disfrutando cada sorbo o cada bocado pero intuyes que no tienes mucho tiempo. Al acabar pides la cuenta y buscas tu cartera. ¿Cartera? Te la has olvidado en casa con las prisas… piensas en una excusa para el camarero que cuando viene, te entrega otra nota rosa, como la de casa. “¿Estaba bueno? Espero que te lo hayas comido todo porque necesitas energía para ir hasta la farmacia de siempre y comprar una prueba de embarazo” ¿La farmacia de siempre? ¿Una prueba de embarazo? Esto te está empezando a asustar. Te gustaría tener un hijo conmigo pero, ¿ahora? No lo piensas mucho y vas a la farmacia con un nudo en el estómago y un lío en la cabeza. Al entrar, la farmacéutica te pregunta que qué quieres, y te saca otra de las notas rosas: “¿Embarazada? No. Y por eso debes comprar una caja de preservativos y un candado en la ferretería que está justo al lado” En el momento que lees eso, sientes un gran alivio. Pides los preservativos y el candado en la ferretería. Allí te dan la ya habitual nota rosa. “Condones, un candado…¿Qué será todo esto? Un taxi te espera en la puerta de casa…” Ilusionado. Desorientado. Curioso. Así es como te sientes de camino al taxi. ¿Dónde te llevará? ¿Para qué? Piensas en lo que me gusta hacerme la misteriosa y ahí está, tú taxi. El taxista estaba esperando fuera, te invita a entrar y te pide que te vendes los ojos con una cinta. Aceptas aunque tu curiosidad casi puede más. Durante el trayecto escuchas un disco de las canciones que significan algo para nosotros, que son muchas. Tienes ganas de descubrir que es todo esto. Tienes ganas de besarme. Y yo también las tengo. Por eso, cuando llegáis, abro la puerta y como saludo te doy un dulce beso en los labios. Te quito la cinta y te asombras al ver que estamos en el aeropuerto. Te explico que nos vamos a Moscú. Que el candado es para ponerlo junto a todos los demás candados del famoso puente. Que los preservativos son la protección de todas y cada una de las veces que nos apetezca comernos y que todo esto lo hago porque me encanta viajar contigo, porque nunca hemos hecho el amor en Rusia y porque te amo muchísimo.

DÍA.

El sol reflejado en varias partes de la habitación anuncia un día más. Un día relajado para unos. Atareado para otros. Un día especial para aquellas personas que hoy tengan algo que celebrar o algo que recordar. Un día como otro cualquiera para los que tengan una vida monótona o al menos crean tenerla. Un día con alegrías o un día con penas. Un día de este año al fin y al cabo. Y para mí, un día más amándote. Éstos son los mejores días de todos, los que no cambio por ninguno y nunca cambiaré. Un día que empieza cuando abro los ojos y sonrío porque sé que aunque no te tenga a mi lado, te tengo. Y el día sigue así, yo sonriendo porque te pienso. Y vuelvo a sonreír, una y otra vez. E incluso habrá gente que no entienda el porqué sonrío cuando nada a mi alrededor me da razones. Pero yo sigo sonriendo. Y así pasan los días, entre sonrisas y palabras. Días casi perfectos porque me faltas tú aquí conmigo. Días ilusos e ilusionados. Días de palabras y besos al aire. Días de tonterías y sensateces. Días de hablar mucho y callar poco. Días de aprender y de enseñar. Días de amor. Días de sorprender. Días dónde tú eres el protagonista de cada uno de ellos. Y sé que de éstos y de otros muchos tipos tendremos hasta que no queden días.

EXCEPCIÓN.

Es precioso amar y ser correspondida. Saber que eres imprescindible para alguien, de la misma forma que él lo es para ti. Dos personas diferentes , ya que nadie es igual. Pero tan parecidas que rozan la perfección. La unión perfecta, o por lo menos para mí. No te puedo pedir más, ya que lo tengo todo de ti. Tengo tus palabras. Increíbles muestras de amor. Preciosas. Que consiguen emocionarme. Tengo tu voz. Me gusta cerrar los ojos mientras la escucho, se convierte en melodía. La mejor de todas. Tengo tu risa. Contagiosa. Intento hacerte feliz. Tengo tus ojos. Maravillosos. Aunque me gustaría saber cómo miran. Lo espero ansiosa. Te tengo a ti y con eso lo tengo todo. Yo te entregué mi corazón. Llevaba escrito tu nombre y tú has sido quien me ha enseñado a leerlo ya que antes no sabía. Me tienes a mí, completa o incompleta, según se mire. Porque me falta mucho por aprender, pero quiero hacerlo contigo. Será un sueño seguir contigo mi sendero de la vida, el cual ahora, también es el tuyo. En verdad, todo es un sueño. Un sueño inimaginable. No podía imaginar que esto sería así. Me refiero a estar enamorada. Ya lo sabes, yo lo estoy de ti. Y puede parecer algo pasajero, pero tu amor es un seguro de vida mucho mejor que cualquier otro. Tiene un inconveniente para el resto de la gente y es que ese seguro solo es para mí. Sin intereses ni gastos de comisiones. Verdadero. Transparente. Para siempre. Dicen que nada para siempre pero, ¿Por qué no puede ser esto la excepción que confirma la regla? Yo haré lo posible para que así sea. Porque es lo que quiero. Te quiero a ti. En mi vida. Y ya lo estás. Tú eres mi vida, no me cansaré de repetírtelo. Y como los dos sabemos, mi vida sólo es una excusa para amarte.

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