jueves, 26 de febrero de 2009

ESPONJA.

La noche de ayer fue espectacular. Cuando llegué a casa ya estaba él. Me propuso un baño y un buen masaje, yo estaba cansada de todo el día. Acepté encantada, me moría por bañarme a su lado y que mis labios absorbieran sus besos como la esponja absorbia el agua que había en los poros de mi piel. Juntos, muy juntos. Con agua que se calentaba aun más con cada roce. Caricias por una piel mojada, suave y deseada. El cansancio se convertía en placer y el estrés acumulado, en manos que recorrían todo el cuerpo analizándolo centímetro a centímetro. Ojalá nunca se hubiese terminado ese centenar de minutos con sabor a él. Es perfecto, le quiero y mejor aún, él a también a mí.

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