domingo, 31 de enero de 2010

VERDAD.

Verdad es que te quiero. Que te amo, que te adoro. Que todo lo que te digo lo siento. Verdad es que me muero por estar contigo. Tan verdad como que lloro y me emociono al pensar en nosotros. Verdad es que estoy enamorada de ti. Y de todo lo que tienes y me das. Verdad es nuestro amor, que lo vivo día a día y cada vez me gusta más. Como tú, porque es verdad que cada minuto que pasa me enamoro un poquito más de ti. Verdad es que te echo de menos cuando no estas y deseo que vuelvas para repetirte que te quiero. Te quiero. Es verdad. Es verdad que estoy deseando besarte y mirarte a los ojos. Y observarte mientras un escalofrio me recorre el cuerpo.Verdad es que me encantará pasar el resto de mi vida contigo. Y despertarme y buscarte con las manos la cara para darte un beso de buenos días. Y otro. Y otro más. Porque nunca me cansaré de besarte. Verdad es que eres el chico más maravilloso del mundo y te necesito. Y verdad es que gracias a ti soy tan feliz.

AGENDA.


Esas letras grandes, escritas con rosa fosforito recordaban en una página de mi agenda que faltaban pocas horas para cumplir un año más. Dieciséis años deseados, esperados y sobretodo, necesarios para seguir cumpliendo. Como cada año, diferente y especial, y más aún si la primera persona que te felicita te ama. Y te lo demuestra cada día, en cada momento y en cada palabra. Y en el día de mi cumpleaños, en cada regalo. Llenos de cariño y una dosis de felicidad que se trasmite de forma asombrosa. Un vídeo con una canción bonita como la que más, al que horas de dedicación le dan ese toque único. Felicitaciones de todas las maneras posibles y una sorpresa. Un increíble y precioso ramos de rosas rojas esperándome en manos de un profesor cotilla. Doce motivos más para agrandar todos mis sentimientos. Para demostrar todo lo que nos decimos. Para seguir soñanado, imaginando y disfrutando. Para aumentar mis ganas de ti. Y por encima de eso, para sentirme muy especial gracias a un chico maravilloso que cada día me enamora más.

QUÉ.


¿Qué me dices si te digo que te echo de menos?

Que te necesito conmigo. Y que me emociono al pensar que te beso, te abrazo y te susurro que te amo.

¿Qué me dices si te digo que estoy llorando?

Que mis lágrimas caen. Lágrimas con te quieros mojados, sinceros y únicos.

¿Qué me dices si te digo que te necesito?

Que te necesito siempre. Cada segundo. Porque te estaría besando cada uno de ellos. ¿Te lo imaginas?

¿Qué me dices si te digo que quiero pasar el resto de mi vida contigo?

Que me despierte, desayune, coma, ria, respire, ande, meriende, duche, cene, escriba, piense, compre, sueñe, viva sabiendo que estas conmigo.

¿Qué me dices si te digo que tú eres mi vida?

Ojalá todas las respuestas me las dijeses estando al lado mia y mirando como mis ojos brillan y como yo estoy feliz.

APETECE:

Me apetece tumbarme sobre ti, besarte y permanecer así un rato, o toda la vida si pudiéramos. Intercalando besos y palabras. Y suspiros. Y silencios. Sintiéndote conmigo. Me apetece cogerte de las manos y jugar con ellas mientras te hablo y me rio. O te hago reír a ti. Me apetece hacerte rabiar, que me llames tontita. Y que luego sea yo la que te llame tontito a ti. Me apetece preguntarte cuanto me quieres aunque me lo repitas continuamente. Y decirte que yo te quiero más. Me apetece chuparte y morderte. Ponerte nervioso. Tocarte. Hacer el amor y llenarme de ti. Bañarnos juntos y volverlo a hacer. Quiero abrazarte y pensar en ese momento, que nunca te soltaré. Ni que tú me soltarás. Porque siempre estaré abrazándote. Con mis palabras. O con mis brazos. Pero siempre cogida a ti. Para no dejarte escapar. Me apetece también escuchar tu corazón y acariciarte mientras cierro los ojos. Me apetece llorar de felicidad y que me seques las lágrimas cuidadosamente. Me apetece mirarte a los ojos y decirte que te amo. Me apeteces tú. Y cuando digo eso, también incluye todo lo anterior.

BESAR.

Si besar fuera lo único que me apeteciera, besaría a cualquiera. Pero no es sólo besar los primeros labios desesperados que se pongan a mi alcance. Es besar los tuyos y decir te quiero entre suspiro y suspiro. Sueño con ello a menudo. Despierta y dormida. Mientras hablo contigo y mientras te pienso. También es abrazarte. Y acariciarte. Formar con mis dedos una línea invisible que te cubra por completo. Cogerte la mano para guiarla hasta aquellos rincones de mí que nunca nadie antes había llegado y plantar un beso, igual que plantaron una bandera la primera vez que llegaron a la Luna. Ese beso como entrante. El primer y segundo plato, al igual que el postre es a tu elección. E invita la casa. Como siempre lo hará. Entrada libre, pero sólo para ti. Todos los días del año. Y todos los años de tu vida. Por lo tanto, también de la mía. Ningún contra, todo pros. ¿Cuáles? Ya los sabes. Yo te amo. No hay nada más bonito que un beso de tu enamorada para empezar. Luego bajas por el cuello hasta escalar las dos montañas de la anatomía humana femenina. Y en los picos encuentras, ayudado por tus manos, las primeras llaves para conseguir lo que te has propuesto. Sigues descubriendo con tu boca. Besando la carretera hasta la fuente deseada. Y un pequeño hoyo, marca común en todos y según dicen, cicatriz, se llena de tu saliva. Nada te frena. Ni siquiera mis manos buscando algo tuyo. Me dejas hacer y tú continúas bajando. Tampoco hay ropa que impida tu búsqueda. Ya estas a punto de llegar. Tus ganas aumentan con cada beso y con cada roce de mis manos tocando eso que los dos sabemos. Te miro a los ojos. Deseo y amor. Siempre todo con amor, aunque esta vez el deseo le supera. Me relamo. Te lamo. Tú me acompañas. Estas a punto de llegar, de besar otros labios y de llenarte de la fuente que tanto tiempo te esperaba. Que esperabas. Disfruto. Y tú, disfruta, es mi primera vez. La primera de todas las que nos quedan. Un momento, ¿Me perdonas? Si, perdona, te he mentido. Todo esto sí que tiene un contra. El mismo que tantas veces me ha hecho emocionarme. Llorar. Y es que nada de eso ha pasado. Y lo espero ansiosa. Me muero por que pase. Te quiero besar. Y con eso me refiero a todo lo anterior. Cariño, te lo pido, bésame. Haz que se haga realidad. Que no tenga que imaginar sino que disfrutemos haciéndolo. Convierte un sueño en un recuerdo que superemos al día siguiente. Y es que ya te lo he dicho antes, todos los días del año. Todos los días de tu vida y por lo tanto, también de la mía.

SITIO.

-Gracias por estar aqui.
-¿Dónde? ¿En tu cama?
- No, en mi vida.
- Bueno, no podría estar en ningún sitio mejor.
-Te amo cielo
-Te amo cariño

CENICERO.

bres el cenicero del coche y lo utilizas como una improvisada papelera para los envoltorios de dos chicles sabor melocotón. El número veintiuno del famoso ranquin de la radio nos acompaña como banda sonora del momento. Por la ventanilla se observan vidas heterogéneas dirigiéndose a alguna parte y vagabundos que en la calle encuentra su único sitio. Te giras, me observas a mí. Se te escapa una sonrisilla y yo pienso en lo que se te pasa por la cabeza mientras sigo atenta a la carretera. Me apetece besarte y ansío un semáforo en rojo pero tú, ansioso también de un beso, te adelantas con uno en la mejilla. Los dos sabemos que nos apetece algo más, tu mano es un claro ejemplo. Recorre mis piernas e incluso se atreve a meterse entre mi falda. Por un instante olvido que estoy al volante y me dejo llevar. Notas como se va humedeciendo mi ropa interior. Nos tenemos ganas. Tantas que pararía el coche aquí mismo, rodeados de casas, farolas, peatones y ruido. Pero no, no podemos. Los dos lo sabemos y me vuelves a besar. Lo haces intuitivamente, como perdonándome algo en lo que no hay culpables. Nuestro deseo continuo es la razón y nada más. Nos encanta saborearnos, llenarnos el uno del otro y fundirnos en una única cosa a la que, sin ninguna duda, la llamaría amor. Durante un rato nos quedamos callados. El silencio habla. Habla de todo aquello que ya hemos dicho antes. Pero yo me atrevo a romperlo con un claro y conciso te quiero. Te pilla de improviso. Ya lo sabías, centenares de miles de repeticiones han dado sus frutos. Pero no te lo esperabas, tenías la mirada perdida en la carretera. Ni siquiera escuchas la canción que tantas otras veces has canturreado. Y cuando procesas lo que te he dicho, me vuelves a mirar y confirmo lo que ya sabía y lo que me encanta confirmar. Que tu también a mí, aunque un poquito menos. Sí, menos. Aunque sabemos que no. Que nos amamos en la misma medida. Con las mismas ganas, con los mismos deseos e ilusiones. Nos amamos. Más. Y nunca menos. Cada día crece, desde el primer día del primer año. El año donde empezó todo. Donde apostamos y arriesgamos. El año en el que ganamos el mejor regalo de todos. Nuestro amor. Y no sólo seguimos disfrutando de él, si no que cada día, lo mejoramos para que nos dure toda una vida. Nuestra ansiada, soñada y deseada vida juntos.

BODA.

El mundo está lleno de personas. Cuando los caminos de dos de esas personas se cruzan, puede suceder algo mágico. Algo llamado amor y que no todos tienen la suerte de sentirlo. El amor es cosa de dos. Compartirlo y recibirlo. Sin ser egoístas. El amor no puede serlo. Va en contra de todos sus principios. Unos principios que cada pareja va descubriendo. Ya que como sabemos, no hay manuales. Sí que hay consejos y errores de los que aprender, pero nadie sabe mejor que los propios enamorados qué cosas son las fundamentales para que cada día, ese amor siga creciendo. Y crece paso a paso. Poco a poco. Sin prisas. Con buena letra y es que esa pareja está escribiendo su historia. La mejor a ojos de ellos. Bonita a los de los demás y única a los de todos. Esa historia puede durar toda una vida. Como lo vuestra, Inma y Fernando, que con esta boda, sólo habéis escrito un capítulo más de una preciosa historia a la que le quedan muchas hojas que rellenar. Cuidadla. Sonreír al recordar todo lo maravilloso que os ha aportado. Aprender de las faltas de ortografía que podáis cometer para ir perfeccionando. No os olvidéis de incluir a nuevos personajes llamados hijos y nunca permitáis que en algún capítulo no aparezca, al menos una vez, que os amáis incluso aún más que en el primero.

YO MÁS.

-¿Sabes que eres lo mejor del mundo mundial?
- No, cariño, no. Eso lo eres tú.
-Pues no, tú eres el mejor.
-No, la mejor eres tú.
-¡Qué no!
-Te quiero.
-Yo más.
-No
-Si
-No
-Si
-No
-Jo, ¡qué si! Que yo te quiero más, mucho más.
-Cabezota
-Lo sé, pero yo te quiero más.
-Te amo mi vida.
-Te amo, te amo muchísimo muchísimo muchísimo.
-Muaaack
-Muaaack
-Muaaack
-Muaaack
-Ais.. te quiero mucho.
- Y yo cariño, me encataría estar contigo y besarte...
-¿Sólo besarme?
- Bueno, ya veríamos...
-Te amo
-Te amo. ¿Me prometes una cosa?
-Dime amor.
-Prometeme que siempre serás mío.
-Claro que sí. Tú siempre serás mi niña. Porque eres mi niña ¿sabes?
- ¿Ah sí?
- Sí, y te quiero muchísimo.
- Te amo
- Te amo
-Pero yo más..
- Ilusa
-Tú mas.

MAYO.

Hoy, doce de mayo, hace ciento noventa días que te cruzaste en mi vida. Ciento noventa maravillosos días donde los sentimientos iban creciendo a un ritmo aún más rápido que el prestísimo de cualquier metrónomo. Y lo seguirán haciendo durante miles de días más. Hoy te quiero dar las gracias por todas y cada una de las cosas que has hecho por mí. No podré porque son muchas y tendría que hacer cada día una lista diferente pero lo intentaré. Gracias por todo lo que haces por mi, por todo lo que me das, por todo lo que me dices, por lo bien que me haces sentir, por dedicarme tanto tiempo, por no enfadarte conmigo cuando te despierto. Gracias por estar SIEMPRE ahí como nadie lo había estado nunca. Gracias por aguantarme mis tonterias que no son pocas. Gracias por enseñarme tantas cosas. Gracias por no dejar que todo esto sea sólo una ilusión. Gracias por todos esos regalos que guardo como tesoros. Gracias por tus palabras cuando más las necesito. Gracias por ayudarme a crecer como persona. Gracias por los consejos. Gracias por tu ayuda desinteresada. Gracias por confiar en mi. Gracias por tus risas, que me hacen tan feliz. Gracias por hacerme feliz. Y te diré gracias toda mi vida, en todos los idiomas que sepa. Gracies. Thanks. Merci. Grazie. Porque durante nuestra vida. La tuya y la mía. Habrá millones de razones para decirtelo. Pero por encima de todo, siempre te daré las gracias por demostrarme que me amas casi tanto como yo a ti.

Valoración del minitexto