miércoles, 22 de abril de 2009

RECUERDOS.

Diez minutos de retraso, acabamos de embarcar. Música clásica intentando tranquilizar a decenas de personas en busca de un buen sitio. Yo estoy en la ventana, otra vez. Tengo ganas de llegar y me duermo incluso antes de despegar. Es un sueño muy ligero, algún grito más fuerte de los que llevaba escuchando me despierta justo antes de empezar el viaje. Disfruto de la sensación de subir mientras admiro el paisaje por última vez. Te echo de menos. Esta vez no es de noche y se ve perfectamente el mar de nubes que se ha creado bajo nosotros. Es preciosa la vista. Se ve la luna sobre un horizonte rosa a causa de la puesta de sol. Y pienso en ti otra vez. En las ganas que te tengo. En todo lo que te contaré cuando me tumbe en mi cama y deje que el tiempo pase más deprisa de lo deseado. Quiero que el tiempo recoja las palabras que llevan días atrapadas en mí para que se guarden como recuerdos. Los recuerdos llegan cuando menos te lo esperas. Un pequeño objeto, una leve palabra, una rápida imagen, una canción que casi ha perdido la melodía pero que se convierten en la llave de una puerta lejana. Como lejanos son los sentimientos que albergan tras ella. Pero cuando te sumerges en esos recuerdos, los sentimientos están más cerca que nunca. Dentro de ti. Te invaden junto con la melancolía o quién sabe qué emociones te pueden llegar a provocar. Los recuerdos son sólo eso, recuerdos. Que te hacen daño o te sacan una sonrisa. Tú en ningún momento has sido un recuerdo por muchas sonrisas que me hayas sacado. Aunque no estuvieses conmigo, eres el presente. Mi presente. Y sueño con que seas mi futuro. Que podamos recordar juntos todo lo que nos echamos de menos y podamos demostrarnos que nos queremos más que en este momento. Nunca serás un recuerdo porque siempre te tendré a mi lado para no tener que recordarte. Y cuando te conviertas en recuerdo, también me tendrán que recordar a mí.

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