martes, 10 de marzo de 2009

CARICIAS.

Hoy no ha sido una comida como las demás. Hoy también estabas tú. En un restaurante, con unos jardines preciosos. Fuentes. Flores. Pequeñas imitaciones de puentes de madera y que habrán presenciado miles y miles de fotos de todo tipo pero, que en todas se quería plasmar lo mejor posible, ese feliz día rodeados de un intento de naturaleza. Era la hora del cóctel. Las personas parecían buitres en busca de un gusano alrededor de las bandejas de los camareros. Tú y yo preferíamos comernos mutuamente. Entre los arbustos. Creyendo que estabamos lejos de la multitud aunque escuchabamos el rumor de la gente mezclado con el maravilloso sonido de un saxofón en forma de CD. Sabiendo que nos podian pillar. Pero no nos vamos a engañar, eso nos ponía más. Al calor del día había que sumarle la que desprendían los besos y las caricias. Tu mano perdida entre mi vestido en busca de un tanga. La mía palpando encima del pantalón y buscando eso que tanto me gusta. Notar como poco a poco dejo que entres. Conteniendo gritos pero dejando escapar gemidos incontrolables. El placer metido dentro de mí. Sintiéndolo. Agradeciéndolo. Deseando que no acabe nunca. Miradas que piden más. Palabras susurradas y excitantes. Manos que no se están quietas. Besos buscando tesoros ya conocidos pero siempre valiosísimos. Me encanta ser pirata, que tu seas la isla y buscar el tesoro que hay en ella. Luego intercambiamos roles. Porque esto es de dos. Siempre de dos. Placer compartido y encima contigo, no podría ser mejor.

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